Ella; dale un lápiz y te escribirá un mundo.

Ella, la que continuamente se derrumba pero siempre se levanta. La que con el tiempo ha aprendido que no necesitas ser princesa para tener tu propia historia, que por querer algo no siempre vas a conseguirlo, que las cosas salen mejor si las hace uno mismo, que más vale arrepentirse de lo que hiciste que de lo que dejaste de hacer y que eso de que no hay mal que por bien no venga es cierto, pero a veces lo bueno tarda en llegar.
Ella, la que descubrió que tiene a su lado a más gente de la que piensa, y que muchos de  los que siempre han estado con ella se esconden tras una máscara.
Ella, quien ama los viernes, las fresas, crear atardeceres entre las paredes de su habitación, que desafíes el frío, confiar en la suerte, llorar bajo la lluvia, mirar al pasado cuando el futuro da miedo, las tardes en buena compañía, la música, ver el mundo en tus ojos, perderse por las calles de la ciudad, mirar al infinito, leer, escribir, soñar.
Ella, la que mira el mundo con ojos nuevos cada día, la que continuamente sueña despierta sin luego acordarse, y posiblemente sea esa la razón por la que es feliz.
Ella, con manías, defectos, virtudes, obsesiones, la que no aborrece la coca-cola ni los abrazos.
Ella, la que daría la vuelta al mundo en tan solo un segundo por verte, y tan solo por hacerte reír  te conseguiría la luz del sol a media noche y el número después del infinito. La que coloca ases de corazón bajo su colchón para reforzar su amor.
Probablemente hasta tenga su propia banda sonora. 

maríaa.