No era la típica princesita que se quedaba en casa
esperando que llegase su príncipe azul, ella prefería salir a buscarlo.
Rompía todas las normas;
llevaba los tacones más altos del reino, y si uno se
le caía volvía atrás y lo recogía ella misma, llegaba a casa de madrugada y no
le preocupaba que le castigasen limpiando todo el castillo, porque si lo hacía
cantando ¿qué más daba?
No le hacía
falta corona para sentirse lo que era.
Aprendió que todo sale
mejor si lo hace uno mismo y que si quieres, puedes. Que quien la sigue la
consigue y que más vale arrepentirse de lo que has hecho que de lo que dejastes
de hacer.
Que la vida no
dura dos dias, porque ella ya ha vivido durante trece años y ahí seguía, con el
proposito de seguir dando guerra durante muchos más tiempo.
No era una niña buena, le
daba igual porque tampoco pretendía serlo.
No te hace falta ser princesa para tener tu propia historia.
maríaa.